Para mala suerte –muy mala cuea- tengo este semestre dos de estos especimenes en mi horario académico. Uno es un profe de computación que nos enseña las mejores técnicas del Excel. Mucha sonrisita, mucha talla, mucho jugoseo... demasiada mala onda. Al parecer el trabajar como profesor le molesta, quizás le gustaría tener alumnos mas aventajados intelectualmente y que puedan llegar a su nivel, que se yo, pero este personaje no se caracteriza por su disposición a explicar mucho. Y si uno no entiende, se lleva un frase pal bronce como la que le dijo a una compañera: “Pero piensa!!!” Así tal cual, como si uno se las tuviese que saber todas. Pero todos esos hierros pedagógicos los disimula con una sonrisita y un saludo de cortesía cuando te ve. Y lo que es peor sus pruebas son la magnificencia al por mayor de su “mariconeo sonriente”.
El otro es un personaje que entro a nuestra clase de carambolazo, porque el que seria profesor titular no puedo serlo. Llego con esa clásica sonrisa... mucha cháchara, mucho chistecito. Los “Maricones Sonrientes” los huelo al toque. No me equivoque, lamentablemente es un ramo muy complicado, el profe explica bien, hace unos ejercicios medios chantas y unos no tantos, pero en el momento de la prueba zaaaas que te pega el garrotazo. La ultima evaluación tuvo unos resultados dignos de replay, a puras nalcas y patos. Porque pa´ mas remate es cagao con las notas... Luego de conocer los resultados se fundió en una maravillosa y no por eso menos mamona perorata y alocución donde decía que si a nosotros nos iba mal el lo sentia muchísimo, que le dolía en el alma que no nos fuera bien en una prueba, porque el decía que algo no andaba bien si nos iba mal y que no se alegraba de poner esas calificaciones. Puro show pa´ la galería; Y hizo para ayudarnos??? Nada, quedamos con las mismas notas y en la cuarta prueba nuevamente se manda su numerito. –Me cago mi cuenta de ahorro que tenia con mis dos primeras notas de un 10% cada una (5.4 y 5.4) con un glorioso (2.6) y que valia nada menos que un 20%. A las pailas se fue mi promedio y listo pa´ examen.
Y en la Ufro como olvidar al “Maricon Sonriente” en jefe, el capo di tuti capi: “El Lopetegui”. Profe de Matemáticas que también se las daba de chistologo en las clases y todos los mechones caían redonditos en sus fauces y cantos de sirena. Pero para cuando llegaba la hora de las pruebas y notas, sacaba a relucir su mas esplendoroso y aun maravilloso “Mariconeo” para luego volver a su “sonrisa” sempiterna en las clases.
No tengo nada contra los profesores perros y maricones. Pero que se demuestren tal cual son, sin anestesia y así no hay malos entendidos ni falsas expectativas a futuro. Pero eso de andar poniéndose caretas y vendiendo la pomada... mmmmm no va con mi estilo –dijo mi presidenta.
Porque todos tuvimos un “Maricón Sonriente” que nos hizo ilusionarnos con un promedio mejor. Le dedico esta articulo con cariño a todos esos profes /&%$!”.
Pd: Roger Waters debió inspirarse en estos especimenes para crea al “Teachers” de The Wall y que interpretara maravillosamente Alex McAvoy.
Pd: A ver si se animan a contar su experiencia con algunos de estos seres, porque dudo que no los conozcan.Artículos relacionados:
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Son las 16:45 de un lúgubre día jueves que se ve iluminado solo por la llamada de un compañero avisándome que no tenemos clases en todo el día y mañana viernes tampoco –yupi. Existe un extraño ser en las aulas de clases que pulula por todos los establecimientos educacionales. Este semestre por el azar me encuentro con dos de estos seres; temidos y odiados por todos aquellos que alguna vez pasaron por las aulas universitarias. Estos seres habitan ente nosotros, pero se mimetizan ocupando una vieja técnica hilarante que los hace causar una muy buena impresión de entrada, pero luego de pasados las horas o los dias van desnudando su verdadera alma. Estos seres inhóspitos son mundialmente conocidos como los “Maricones Sonrientes” una extraña mezcla entre bonachón y Maricón, aderezado con un titulo profesional que le permite ser profesor y repartir su mala onda y frustración disfrazada de “buenas intenciones”.
