Fin de Semana VIP en Puerto Montt.

Fecha 15/10/2005 13:42:18 | Tema: Variety

Hoy hace su debut como columnista de wenselao News, mi estimado amigo Katman... Eran las 17:50 y ya estaba todo listo para partir y disfrutar de un fin de semana de lujo. Horas antes y tras una inesperada llamada telefónica, había decidido aceptar la invitación de pasar el fin de semana en Puerto Montt junto a Marcelo y la Frensh. Y todo esto, con la compañía de la “camarita glúfica”.
Ante la desaparición de Manuel Paillalef Inalaf-Calaf de la faz de la tierra y por tanto, desconocimiento de si iría a pasar el fin de semana largo con los puertomonttinos, ellos decidieron invitar a este humilde servidor, (al sordo le dijeron jo,jo,jo ), y luego de unos microsegundos de pensarlo, accedí. Esa misma noche tenía mi bolso casi listo. Entre paréntesis, para la próxima sí que acompaño a los demás miembros de la hermandad.

Al día siguiente, apenas salí del trabajo, después de mi jornada sabatina, partí a comprar el pasaje y a terminar de preparar la maleta. Tenía que ser pronto, pues si no llegaría demasiado tarde, el viaje duraba más de 5 horas y había que aprovechar el tiempo al máximo. Una vez en el bus, ya sólo sería cosa de esperar, aunque igual se hizo largo por la desesperante calefacción típica de los buses y que aunque se estén cayendo los jotes asados afuera, no la apagan.

Llegué súper tarde a Puerto Montt y los tórtolos me estaba esperando en el terminal para que no me perdiera. Esa noche, y aunque igual estábamos muy cansados, nos quedamos hasta las tantas despiertos charlando de lo lindo.

Al día siguiente nos despertamos con un sol radiante, almorzamos y fuimos de paseo. Aunque minutos antes de salir, y mientras nos servíamos el postre, el viento cerró la puerta del baño, que estaba en el segundo piso, y quedó con seguro; para desgracia, no había llave. La solución, tratar de entrar por la miniventana del baño (¡!) y obviamente, por fuera. El único que podría hacerlo, debido a su perfecto estado físico y docilidad, era katman . Después de hacer malabares para subir al frágil techo que protegía la pieza del lavado, este superhéroe fue capaz de entrar por la ventana luego de complejas maniobras para posteriormente caer de cabeza en la tina con el único propósito de lograr la hazaña. Afortunadamente no hubo lesiones, sólo creo que un poco de plancha (o lata?) al oír las risas de ramoníaco y la frensh desde afuera.

Después de esa anécdota, salimos a recorrer la ciudad. Nos fotografiamos en la orilla del mar, además de observar la majestuosidad del océano. Fue así como llegamos hasta Angelmó, donde pudimos apreciar los botes más de cerca y la caleta donde la gente del mar se dedicaba a pescar. Ahí comimos empanadas de mariscos y me traje unas ovejas (que de paso, fue la compra del año). Incluso aprovechamos de cambiar mi pasaje de vuelta para uno que saliera un poco más tarde de las 12:30 del boleto inicial.

Mientras otros lo pasaban en Puerto Saavedra, nosotros hacíamos de las nuestras en la en la ciudad “donde la lluvia se hace canción” (Ja!)

El último día amaneció lloviendo. Según Marcelo, la neblina “no se iba a levantar” por lo que decidimos quedarnos en casa. Luego de desayunar a las 1 de la tarde, aprovechamos de jugar al escrúpulos disfrutando los últimos minutillos. Omitiré el nombre de quién fue el más cuestionado en sus respuestas durante todo el juego, pero quizás ustedes tengan alguna pista.

Ya era hora de partir de regreso y nos tuvimos que despedir hasta una próxima oportunidad, que sin duda será tan memorable como ésta.

Lo que quedó en el tintero para ir en una próxima oportunidad, fue visitar un misterioso local llamado “Gatagatita” que llamó mi atención y que nunca supimos cuál era su rubro, sólo se destacaban los vidrios polarizados…

Lo Bueno:

• Caminamos durante más de 6 horas por la orilla del mar, lo que nos hizo tomar aire puro y hacer ejercicio.
• Pudimos cambiar el pasaje para uno más tarde, y más encima me hicieron un descuento de $1.000
• Gracias al cielo, y con total desconocimiento, llevaba la cámara en el bolso. Sin ella, hubiese sido imposible retratar irrepetibles momentos.

Lo Malo:

• El cambio de horario me quitó una hora de goce.
• Luego de subir al bus, me acordé que tenía que sacar del bolso mi revista del Código da Vinci para entretenerme, pero ya no se podía íbamos andando…
• La falta de señal telefónica en Puerto Saavedra, impidió que pudiera comunicarme con los demás viajeros, pero supuse que lo estaban pasando igual de bien que yo.
• El día lunes amaneció lloviendo y no pudimos ir a Ancud ni Castro…
• No me pude desdoblar para acompañar a los demás miembros del círculo, a su viaje a Puerto Saavedra que creo que fue de lo más bkn.
• No me pude encontrar en el bus de ida ni de vuelta con P.F. hubiese sido la ocasión especial para poder hacerle la “consulta tributaria”.

Se adjuntan algunas fotos tomadas con la camarita glúfica...


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